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¿Qué son las corazas emocionales y cómo nos afectan?


A lo largo de la vida, vamos desarrollando mecanismos para protegernos del dolor emocional. Estas defensas, aunque en su momento fueron necesarias, pueden volverse corazas que nos aíslan de nuestra autenticidad, nuestras relaciones y nuestra capacidad de sentir plenamente. Hoy te invito a explorar qué son las corazas emocionales, por qué las formamos y cómo podemos comenzar a liberarnos de ellas.

¿Qué son las corazas emocionales?

Las corazas emocionales son formas de defensa que creamos inconscientemente para protegernos de heridas emocionales pasadas. Pueden manifestarse como frialdad, control excesivo, evitación, perfeccionismo, hiperindependencia, necesidad constante de agradar, o incluso como reacciones físicas como tensión muscular o dificultades para respirar profundamente. Son como armaduras invisibles que cubren nuestras emociones más vulnerables: el miedo, la tristeza, la vergüenza o el deseo de ser amados.


¿Por qué las creamos?

Las corazas no aparecen porque sí. Suelen formarse en momentos donde expresar una emoción fue inseguro o doloroso. Tal vez llorar no fue bien recibido en casa. Tal vez mostrar miedo fue interpretado como debilidad. Tal vez amamos y no fuimos correspondidos, y aprendimos a no abrirnos más. Así, desarrollamos una especie de “piel emocional” endurecida para no volver a sentir ese dolor. Y aunque estas defensas nos ayudaron a sobrevivir, con el tiempo pueden impedirnos vivir con libertad emocional.

Aunque puede sonar negativo, la coraza fue útil. Fue una respuesta creativa al dolor. Nos permitió:

o   Sobrevivir en entornos difíciles.

o   Evitar el colapso emocional.

o   Sentirnos seguros (aunque fuera de forma ilusoria).

Sin embargo, lo que nos protegió en el pasado, puede limitarnos en el presente. Y allí es donde comienza el camino terapéutico: no para destruir la coraza, sino para reconocerla, agradecerle su función y empezar a soltarla con cuidado y compasión.


¿Cómo se manifiestan en el día a día?

Las corazas emocionales pueden afectar muchas áreas de nuestra vida. Algunas señales de que podrías estar operando desde una coraza:

  •      Dificultad para pedir ayuda o mostrarse vulnerable.

  •      Sentir que hay una desconexión entre lo que sientes y lo que muestras.

  •      Tener reacciones intensas o evitativas ante ciertas emociones.

  •      Sensación de rigidez o control interno constante.

  •      Sentir que cuesta disfrutar, relajarse o conectar profundamente.


¿Se pueden soltar las corazas?

Sí. Y el primer paso es reconocerlas con amabilidad. No se trata de pelear con la coraza, sino de comprender su origen, agradecerle su función protectora y comenzar a elegir conscientemente otras formas de estar con nosotros mismos y con los demás.

La psicoterapia es un espacio seguro para explorar estas capas y recuperar el contacto con nuestras emociones auténticas. A través del trabajo corporal, la expresión creativa y la escucha interior, podemos ablandar esas corazas y redescubrir una forma más abierta y libre de habitar el mundo emocional.


Entre los autores que hablan sobre las corazas emocionales esta Wilhelm Reich, en su libro La función del orgasmo (1942) cita:  “La coraza muscular es el resultado de la inhibición crónica de la expresión emocional. Las tensiones musculares crónicas representan la forma en que el individuo ha aprendido a no sentir”. Reich fue pionero en vincular cuerpo y psique, proponiendo que los conflictos psíquicos no sólo se almacenan mentalmente, sino también como tensiones musculares en el cuerpo. Desarrolló el concepto de "coraza muscular" para describir cómo el cuerpo se adapta defensivamente a experiencias emocionales reprimidas.


Alexander Lowen en su libro: El lenguaje del cuerpo (1958), menciona “La estructura del cuerpo revela la historia emocional del individuo. Las tensiones musculares crónicas, que forman lo que llamamos ‘coraza muscular’, limitan la expresividad del cuerpo y la capacidad de sentir.” Discípulo de Reich, Lowen desarrolló la Bioenergética, un enfoque terapéutico que explora cómo liberar la energía vital bloqueada por las corazas. Según él, estas defensas se manifiestan en la postura, la respiración, el tono muscular y la forma del cuerpo.


Mientras que Bessel Van der Kolk, en sus escritos en El cuerpo lleva la cuenta (The Body Keeps the Score, 2014) hace mención que “Las personas traumatizadas tienden a vivir atrapadas en cuerpos que se sienten inseguros. Las tensiones musculares, la respiración contenida y el entumecimiento corporal son expresiones físicas de una mente que aún está en modo de supervivencia.” Aunque no utiliza explícitamente el término "coraza emocional", Van der Kolk describe cómo el cuerpo guarda las huellas del trauma. Sus observaciones apoyan la idea de que los mecanismos de defensa emocional también se traducen en patrones corporales, especialmente cuando no se procesan adecuadamente las experiencias traumáticas.

Las corazas emocionales son estructuras defensivas que construimos, de manera inconsciente, para protegernos del dolor emocional, de experiencias abrumadoras o de la sensación de vulnerabilidad. Estas corazas no son solo un mecanismo mental: también se manifiestan en el cuerpo, la postura, la forma de respirar, de relacionarnos y de estar en el mundo. Son como “capas” que vamos formando para no volver a sentir miedo, abandono, rechazo, vergüenza o dolor. Si bien cumplen una función protectora, con el tiempo pueden convertirse en barreras que nos desconectan de nuestras emociones auténticas, de nuestra vitalidad y de los vínculos profundos.


La mayoría de las corazas comienzan a formarse en la infancia. Cuando un niño o niña:

  •      No puede expresar libremente sus emociones.

  •      Aprende que “sentir” es peligroso, ridículo o inaceptable.

  •      Vive experiencias de trauma, negligencia o abandono emocional.

En esas situaciones, el niño no tiene recursos para procesar el dolor, y entonces el sistema psíquico crea estrategias para "anestesiar" el sentir. Si estas estrategias se mantienen a lo largo del tiempo, se cristalizan en una estructura de defensa duradera: la coraza.


¿Cómo se trabaja con la coraza?

Trabajar con las corazas emocionales implica un proceso lento, amoroso y profundo de reconexión. Algunas herramientas terapéuticas eficaces son:

  •      Psicoterapia corporal (Reichiana, Bioenergética, Psicoterapia Sensoriomotriz): trabaja

    directamente sobre las tensiones físicas asociadas a la coraza.

  •     Mindfulness y respiración consciente: ayudan a habitar el cuerpo y a reconocer las

    defensas en tiempo real.

  •     Terapias somáticas y de trauma (como IFS o EMDR): permiten contactar con partes

    internas que sostienen la coraza.

  •     Arteterapia y movimiento consciente: facilitan la expresión emocional desde el cuerpo y

    el inconsciente.

Soltar la coraza no significa exponerse de golpe, ni dejar de protegerse. Significa recuperar la posibilidad de elegir: sentir, conectar, soltar, abrirse a nuevas experiencias con más libertad interna.

El proceso de ablandar una coraza emocional es un acto de profunda valentía y amor propio. Es volver a casa, al cuerpo, al sentir, a la vida.

 

"La coraza te ayudó a sobrevivir. Hoy puedes elegir vivir sin ella."   

Ruth Sosa.

 

-Reich, W. (1955). La función del orgasmo. Ediciones Paidós

-Lowen, A. (1958). El lenguaje del Cuerpo. Ediciones Paidós.  

-Van der, K. B. (2014). El cuerpo lleva la cuenta: Cerebro, mente y cuerpo en la superación del trauma. Editorial Eleftheria

 
 
 

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