El duelo: Del dolor a la recuperación.
- Ruth Sosa
- 4 sept 2024
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La experiencia ante la pérdida en este caso la de un ser querido tiende a desarrollar un caos emocional más cuando la persona que ha fallecido unía una relación de apego, un lazo cercano que enraíza más la pérdida, entonces, como sobrevivir ante la pérdida de la persona con la cual se convivió casi toda una vida, la pérdida de un hijo en forma inesperada, el hijo en mi vientre, el de mi hermano, mi madre o padre, mi mejor amiga, lazos emocionales que nos resulta difícil de manejar. Veamos, más cuando no hay una sola pérdida, más cuando se da en conjunto la pérdida de la familia por un accidente, o muertes por suicidio, y en muchos casos cuando se dejan temas inconclusos, enojo, discusiones, complican más la pérdida, aquellos duelos anticipatorios cuando tenemos a un ser querido con una enfermedad terminal, donde el duelo se prolonga y así se pueden enumerar muchos casos que se vuelven devastadores cuando no se tienen los recursos de afrontamiento ante ese cúmulo de emociones y sentimientos que sobrepasan la capacidad de control.
Para Kubler R. E. (2016) en su libro sobre El Duelo y el Dolor, experta en duelo mantiene que toda persona ante una pérdida puede pasar por una serie de etapas pero no de forma lineal, menciona: La negación, la ira, la negociación, la depresión y la aceptación.
Analizemos un poco, la negación, para la autora en mención manifiesta que “nos ayuda a dosificar el dolor de la pérdida. Hay alivio en ella. Es la forma que tiene la naturaleza de dejar entrar únicamente lo que somos capaces de soportar. Estos sentimientos son importantes: son los mecanismos de protección de la psique. Dejar entrar de golpe todos los sentimientos asociados a la pérdida sería algo emocionalmente abrumador. No podemos creer lo que ha sucedido porque, de hecho, somos incapaces de hacerlo. Creerlo del todo en esta etapa sería excesivo”.
La ira, como ese cumulo de interrogantes que nos ayudar o complican los motivos de pérdida, porque no se cuido mejor, no hubiese ido a ese viaje, tantas veces que le dije que se cuidara, por que no me hizo caso, yo intente salvarle, como sucedió, tanto enojo que se disipa contra uno mismo, hacia otros o hacia el fallecido, esclarecer el dolor por sí mismo, se puede complicar ya que podemos sin darnos cuenta sentirnos culpables, ante la pérdida, aún cuando estamos arraigados a la fé, culpamos a Dios y nos atormentamos encontrando respuestas.
La negociación, es el momento en que deseamos, que nuestro ser querido regrese, no entendemos esa confusión, yo seré mejor persona, devuélveme a mi hijo, mi esposo, se pide perdón por todo, pero deseamos que se nos restituya ese ser perdido, pactamos con “Dios”, dilatamos el tiempo porque el dolor sobrepasa la realidad.
La Depresión, ante la pérdida, como síntoma natural y normal es permisible hasta cierto punto, pero si se prolonga, y se apega al pasado, y va revertido de otras condiciones clínicas será necesario intervenir. Si bien el sentimiento de vacío, extrañeza, tristeza, es un proceso visible ante la pérdida, pero si se prolonga a largo plazo y se cronifica a una depresión crónica ya el duelo se vuelve complicado. Es estar alerta pasar por un proceso de síntomas controlables a un proceso de emancipación de dolor constante ante la pérdida.
La aceptación, para la autora Kubler R. E. (2016). En su libro sobre El Duelo y el Dolor, detalla: “En esta etapa, se acepta la realidad de que nuestro ser querido se ha ido físicamente y se reconoce que dicha realidad es la realidad permanente. Nunca nos gustará esta realidad ni estaremos de acuerdo con ella pero, al final, la aceptamos. Aprendemos a vivir con ella…La curación se refleja en las acciones de recordar, recomponerse y reorganizarse”.
En este proceso, nos resignificamos y entendemos la pérdida, pero reacomodar esos sentimientos y recuerdos dependerá como manejemos ese dolor, vivir sin esa persona para muchos les resultará complejo. Para Worden, W. (1991) el duelo no se trata únicamente de un estado en el que se sumerge una persona tras la pérdida, sino que implica un proceso activo. Por lo que podríamos definirlo como “Un proceso dinámico que varía según la naturaleza de la pérdida y la personalidad del individuo que lo experimenta”. Elaboró una lista de manifestaciones normales, clasificándolas en cuatro categorías generales, descritas por Paz, M. (2002):
- Manifestaciones físicas: vacío en el estómago, opresión en el pecho o garganta, hipersensibilidad al ruido, despersonalización, falta de aire, debilidad y sequedad en la boca. 
- Sentimientos: tristeza, enfado, culpa, ansiedad, fatiga, impotencia, shock, anhelo, alivio e insensibilidad. 
- Pensamientos: incredulidad, confusión, preocupación, sentido de presencia y alucinaciones. 
- Conductas: trastorno del sueño, alimentarios, aislamiento, desorganización soñar con la pérdida, evitar o frecuentar recuerdos, buscar al fallecido o llamarlo elaborando adecuadamente el duelo y este se cronifica. 
Así mismo Worden, W. (1991) menciona algunas de las señales cuando el superviviente no está elaborando su duelo de forma adecuada, referencias retomadas por Sánchez. F. R.D. (2024), en documento Revisión bibliográfica: Intervención psicoterapéutica en el proceso de duelo en adultos:
- La persona revela la pérdida con un dolor persistente y profundo, incluso después de varios meses desde el suceso. 
- Una reacción exagerada se desencadena como respuesta a ciertos eventos, provocando una respuesta emocional intensa. 
- Experimentar períodos prolongados de tristeza extrema, especialmente con pensamientos suicidas en fechas significativas relacionadas con el fallecido. 
- Exhibir episodios de conducta agresiva o comportamientos impulsivos, como el abuso de sustancias, como formas de lidiar con la pérdida. 
- Mostrar una fuerte conexión emocional con objetos relacionados con el fallecido o, por el contrario, esconder o deshacerse de todos los objetos que sirven como recordatorios. 
- Experimentar dificultades para reintegrarse a la vida cotidiana incluso varias semanas después de la pérdida. 
- Desarrollar la compulsión de imitar al fallecido o presentar síntomas similares a los que tenía antes de su muerte. 
- Obsesionarse con la enfermedad y la muerte, centrándose en estos temas de manera constante. 
- No expresar abiertamente el dolor en las primeras semanas de duelo o realizar cambios drásticos en el estilo de vida como una forma de enfrentar la pérdida. 
Por lo anterior, resulta necesario valorar y evaluar la vivencia que podemos estar pasando ante alguna pérdida o experiencias reiteradas, será necesario reconsiderar que si se tiene los recursos de manejo o considerar la necesidad de ayuda profesional y enfrentar este proceso. En clínica psicoterapéutica se puede trabajar la experiencia traumática y creencias ante la pérdida con el modelo terapéutico de desensibilización y procesamiento de movimientos oculares incluyendo técnicas de arte, terapias de manejo de la abreacción emocional con tapping, relajación, mindfulness y técnicas sensoriomotrices, yoga sensible al trauma, terapia compasiva y otros modelos psicoterapéuticos idóneos para este manejo.
Referencias bibliográficas.
- Kubler-Ross, E. Kessler, D. (2006). Sobre el Duelo y el Dolor. Ediciones Luciérnaga 
- Worden, W. (1991). El tratamiento del duelo. Asesoramiento psicológico y terapia. Paidós. 
- Sánchez Fajardo. R. D.(2024). Revisión bibliográfica: Intervención psicoterapéutica en el proceso de duelo en adultos. Universidad Internaciones. Guatemala. 




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